Por Alex Hugie y Aspen Stander
Revistas de la Iglesia
Aquí hay ocho maneras de ayudarte a ti mismo y a los demás a sentir paz cuando la vida se pone difícil.
A veces, la vida nos pone de cabeza y nos hace dar vueltas. Es posible que estés angustiado por preocupaciones familiares, asuntos de salud, problemas en la escuela o muchos otros acontecimientos inquietantes en el mundo de hoy. ¿Cómo podemos encontrar la paz personal en un mundo atribulado? Ya sea que tu falta de paz provenga de acontecimientos que están fuera de tu control o de cosas en las que puedes influir y cambiar, aquí hay algunas ideas para ayudarte a encontrar la paz interior por medio de Jesucristo.
4 maneras de encontrar paz para ti
Céntrate en lo eterno Es difícil sentirte en paz cuando te concentras únicamente en preocupaciones a corto plazo. Pero si te enfocas en el panorama general, en el plan de felicidad de Dios, puedes encontrar paz al saber que lo que duele en este momento no durará para siempre. Por ejemplo, el templo nos ayuda a centrarnos en la eternidad. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) dijo que en el templo “conocerán una paz que no podrán hallar en ninguna otra parte”1.
Deja a un lado las cosas que no puedes controlar Cuando algo que está fuera de tu control te quita la paz, es tentador sentirte desesperanzado o enojado. Pero el centrarte en cosas que no puedes cambiar no ayuda. En vez de eso, acércate al Salvador para encontrar paz interior, incluso cuando creas que la vida te trata injustamente. Él ha prometido enviarte el Consolador, el Espíritu Santo (véase Juan 14:26–27).
Perdona a los demás A menudo, lo más difícil de dejar de lado es la negatividad que sientes cuando alguien te agravia. Pero el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “Recibiremos la dicha del perdón en nuestra propia vida cuando estemos dispuestos a otorgar libremente esa dicha a los demás… Como resultado, el Espíritu del Señor llenará nuestra alma con el gozo que acompaña la divina paz de conciencia (véase Mosíah 4:2–3)”2. El volverte al Señor puede ayudarte a estar libre de cargas emocionales y lleno de paz.
Arrepiéntete y confía en Cristo No importa qué otras cosas vayan bien en tu vida, llevar la carga del pecado te privará siempre de la paz. A veces necesitamos que nuestro obispo nos ayude a arrepentirnos completamente, pero todos debemos arrepentirnos con regularidad y, a través de la expiación de Jesucristo, ser limpios de todo lo que nos impide ser más como Él.
4 maneras de ayudar a los demás a encontrar la paz
Comparte el evangelio de Jesucristo Al igual que podemos hallar paz para nosotros mismos al concentrarnos en el Salvador, podemos dirigir a los demás hacia Él como “el fundador de la paz” (Mosíah 15:18). Por ejemplo, intenta compartir una Escritura o una cita de la conferencia general que te haya ayudado a aprender más sobre Jesucristo.
Sé un pacificador Ayuda a tus amigos o hermanos a resolver conflictos. Al igual que los anti-nefi-lehitas en el libro de Alma, podemos enterrar nuestras armas de guerra, como el chisme, la venganza o el egoísmo, y cambiarlas por instrumentos de paz: hablar con amabilidad, obedecer los mandamientos de Dios y perdonar a los demás (véase Alma 24:19).
Sé bueno para escuchar A veces, las personas que atraviesan dificultades necesitan hablar abiertamente sobre sus pensamientos y sentimientos en lugar de mantenerlos dentro. No tenemos que resolver sus problemas, pero simplemente podemos escuchar sus inquietudes y brindar apoyo, demostrando amor y comprensión semejantes a los de Cristo.
Ministra a las personas de tu barrio y tu comunidad Podrías ser voluntario en un refugio para personas sin hogar, dar apoyo escolar a otros jóvenes o llevar dulces a una nueva familia de tu vecindario. Ayuda a las personas a encontrar la paz en cosas pequeñas. Tener un lugar seguro donde comer y dormir, un mentor confiable o la pequeña certeza de que le importas a alguien pueden ser de gran ayuda.
Jesús pronunció estas palabras de consuelo para todos los que se esfuerzan por encontrar la paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27). Si nos acercamos nosotros y acercamos a otras personas a Jesucristo, podemos hallar paz incluso cuando la vida se pone difícil.
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