El Padre Celestial te ha dado el albedrío, la habilidad de elegir entre el bien y el mal, y de actuar por ti mismo(a). Después de la dádiva de la vida misma, el derecho de dirigirla es uno de los dones más grandes que Dios te ha dado. Mientras estés en la tierra, se te probará para ver si utilizarás tu albedrío para demostrar tu amor por Dios al guardar Sus mandamientos. El Espíritu Santo puede guiarte para que utilices tu albedrío con rectitud.
Tú eres responsable por las decisiones que tomes. Dios te tiene presente y te ayudará a tomar buenas decisiones, aun cuando tu familia y amigos utilicen su albedrío en forma equivocada. Debes tener la valentía moral de permanecer firme en tu obediencia a la voluntad de Dios, aun cuando tengas que permanecer solo. Al hacerlo, darás el ejemplo que otras personas pueden seguir.
Si bien eres libre de elegir tu curso de acción, no eres libre de elegir las consecuencias. Ya sea para bien o para mal, las consecuencias son el resultado natural de las decisiones que tomes. Cierta conducta pecaminosa puede ocasionar placer mundano temporal, pero esas elecciones retrasan tu progreso y conducen a la angustia y a la desdicha. Las decisiones correctas conducen a la felicidad duradera y a la vida eterna. Recuerda, la verdadera libertad se obtiene al usar tu albedrío para elegir la obediencia; la pérdida de la libertad es el resultado de escoger la desobediencia.
Tienes además la responsabilidad de desarrollar los talentos y las aptitudes que el Padre Celestial te ha dado; y eres responsable ante Él por lo que hagas con tus talentos y a la forma en la que utilices tu tiempo. Elige realizar muchas cosas buenas por tu propia voluntad.
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