Todos necesitan buenos y verdaderos amigos, quienes serán una gran fortaleza y bendición para ti. Influirán en tu modo de pensar y actuar, e incluso ayudarán a determinar la persona que llegarás a ser. Te ayudarán a ser una persona mejor y harán que vivir el evangelio de Jesucristo sea más fácil para ti. Elige amistades que tengan los mismos valores que tú, a fin de que puedan fortalecerse y animarse mutuamente a vivir normas elevadas. Para tener buenos amigos, sé un buen(a) amigo(a); demuestra interés genuino en los demás; sonríe y hazles saber que te preocupas por ellos. Trata a todos con bondad y respeto, y evita juzgar y criticar a quienes te rodeen. No participes en ninguna forma de intimidación o agresión. Haz un esfuerzo especial por ser amigo(a) de aquellos que sean tímidos, que se encuentren solos, que tengan necesidades especiales o que sientan que no son parte del grupo.
Al procurar tener amistad con los demás, no comprometas tus normas. Si tus amigos(as) te instan a hacer cosas malas, sé la persona que defienda lo bueno, aun si te encuentras solo(a); quizás tengas que buscar a otros amigos que te apoyarán a guardar los mandamientos. Procura la guía del Espíritu Santo al tomar esas decisiones. A medida que te esfuerces por vivir el Evangelio, alentarás a tus amistades a hacer lo mismo. Sé un ejemplo del guardar los mandamientos participando en las actividades de la Iglesia, preparándote para servir al Señor a lo largo de tu vida y permaneciendo digno(a) de asistir al templo. Invita a tus amistades que tengan otras creencias religiosas a asistir a las reuniones y actividades de la Iglesia; ayúdales a sentirse bien recibidos y aceptados. Muchas personas se han unido a la Iglesia por medio del ejemplo y del hermanamiento de sus amistades. Además, haz un esfuerzo especial por tender una mano de ayuda a los nuevos conversos y a los que sean menos activos. 1 Timoteo 4:12; Alma 17:1–2
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